Seguir a Jesús significa ponerse siempre en marcha para dar un testimonio vivo y verdadero del Reinado de Dios en el mundo (OFIR. 67). Nuestra formación no concluye con la profesión perpetua; somos conscientes de la necesidad de mantenernos abiertas al cambio como exigencia de la misma vocación religiosa y apostólica; es preciso reavivar de manera ininterrumpida la gracia recibida, mantenerla siempre encendida y tener fresca la novedad permanente del don de Dios (CIstF. 18).
La formación continua contribuye a que nuestras comunidades sean maduras, evangélicas y fraternas y en ellas logremos profundizar en un mayor conocimiento, amor y vivencia de nuestro carisma, espíritu y espiritualidad; es una urgencia en nuestra vocación misionera. (cfr. C. 147-148)
“Los religiosos continuarán diligentemente su formación espiritual, doctrinal y práctica durante toda la vida” (C. 661).
“Cada instituto religioso tiene pues la tarea de proyectar y de realizar un programa de formación permanente adecuado para todos sus miembros…” (OFIR 66).
…Una de las finalidades es formar comunidades maduras, evangélicas, fraternas, capaces de continuar la formación permanente en la vida diaria… (VFC 43)
La formación continuada debe contribuir a un mayor conocimiento y estima de nuestro carisma fundacional (CTJC p. 434).
Objetivo
Continuar la formación a nivel personal y comunitario, facilitando medios y tiempos de manera que nos mantenga vivas en la experiencia de Dios, abiertas al cambio y a las exigencias de nuestra vocación religiosa y apostólica en todo tiempo y lugar.