Esta etapa pretende conseguir una decisión “firme” por la vocación específica,  forma estructuras que se pondrán en práctica en etapas posteriores. También se le puede llamar “educativa” porque intenta educar a la candidata por medio de la adquisición de hábitos formativos.

 

Noviciado

“El noviciado, con el que comienza la vida en la Congregación, es una etapa de suma importancia para la conformación de la joven con el propio carisma de la vida religiosa que desea abrazar; por consiguiente, tiene como fin que la novicia viva y reafirme una experiencia profunda y gozosa del amor de Dios; que pruebe y aprenda las exigencias esenciales y primarias de la vida religiosa en nuestra Congregación, de acuerdo a nuestro carisma (OFIR 45–47); que pueda comprobar la autenticidad de su llamada y que, en orden a conseguir la perfección de la caridad, se ejercite en la práctica de los Consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia” (C. 117), (Can 646).

 

Objetivo 

Continuar con el proceso de discernimiento y formación iniciados en el pre-noviciado, propiciando además la experiencia de  vida religiosa, creando conciencia de la importancia de esta etapa para que la novicia siga comprobando la autenticidad de su vocación, como realización del ideal evangélico en el seguimiento de Jesús Redentor desde esta familia religiosa.

 

Juniorado

El juniorado es la etapa de formación que comprende desde la primera profesión hasta la profesión perpetua; el fin principal de esta etapa es sumergir a las hermanas en la experiencia de Dios y ayudarles a perfeccionarse progresivamente en su propia vida como Misioneras de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

En los dos primeros años, las hermanas permanecerán en una casa destinada para este fin, bajo la dirección de la Maestra de junioras, a esta etapa se le denomina juniorado menor.


Objetivo

Facilitar a las junioras medios oportunos para dar continuidad a su formación humana, cristiana, religiosa, apostólica y profesional recibida  de acuerdo a  su nuevo estado de vida de manera que las lleve a afianzarse en la autenticidad de su vocación desde una profunda experiencia de Dios y  proyección apostólica; así fortalecerse para llegar a dar una respuesta definitiva al Señor en la Congregación.