María es la gran misionera, la Estrella de la Evangelización y Madre de los pueblos (DP 168); en su rostro maternal y misericordioso encontramos la cercanía de Dios. Es continuadora de la misión de su Hijo y formadora de misioneros. Ella impulsa y sostiene nuestro apostolado para que todo lo humano encuentre su unidad en Él y sea llevado hacia su fin, la tierra nueva y el cielo nuevo (Ap 21 23), 1; Ef 1, 10; RMi 92; 1 Cor 3, 23). “Acudirán a ella antes de comenzar.